La Sociología de la Educación es una de las más jóvenes ramas del saber humano, ya que posee alrededor de sólo un siglo de existencia. Fueron Augusto Comte y Emile Durkhein los que le dieron vida como Ciencia general (Comte) y como Ciencias de la Educación (Durkhein).La epistemología de la Sociología de la Educación es enormemente rica en su marco teórico y metodológico. Entre los estudios sociales que formula figuran la Pedagogía, el Colectivo Escolar, el Colectivo Pedagógico, las relaciones sociales, la Institución Escolar, la familiam la comunidad, el desempeño de roles y los códigos de género entre otros.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

La persistencia de la vista

"El sistema sensorial llamado vista ha sido utilizado para saltar fuera del cuerpo, como una mirada conquistadora desde ninguna parte".

Dice Donna Haraway (1991) que la mirada es utilizada para una perversa capacidad, en el mundo obsceno de la objetividad científica, tecnológica, post industrial, militarizada, racista y masculina.
Esta autora sostiene que lo que llamamos objetividad feminista significa conocimientos situados, y aclara que éstos no equivalen a  punto de vista. 

Conocimiento situado es mirar y ver la periferia y desde las profundidades. Mirar desde abajo no es inocente, aunque tiene como característica que quien mira comprende todos los modos de negación, olvido y desaparición, mientas se afirma ver de manera comprensiva.

No hay manera de "estar" dice Haraway, en todas partes. Es necesario el posicionamiento, situarse, defender la epistemología de la localización.

La parcialidad y no la universalidad es condición para un conocimiento crítico.

El posicionamiento crítico produce objetividad y por lo tanto ciencia.


El objeto de estudio del conocimiento no es una cosa pasiva e inerte. Los conocimientos situados requieren que el objeto de conocimiento sea representado como un actor. Las versiones de un mundo real no dependen de una lógica de descubrimiento, sino de una relación social de "conversación" cargada de poder.

(1) Haraway, D. (1991). "Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza". Ediciones Cátedra. Universidad de Valencia. Instituto de la Mujer. España.

martes, 29 de noviembre de 2016

Mujer y dolor, desde que el mundo es mundo.

Hace ya unos años, mientras cursaba mi maestría, una amiga nos acercó unas fotocopias con la traducción de unos textos que ella tenía en italiano. El libro que  estaba leyendo, en su italiano natal, la había impactado y tradujo la introducción junto con breves historias de capítulos siguientes para compartir con el grupo.Acá va escuetamente un trocito de "Malamor: ejercicios de resistencia al dolor" de Concita de Gregorio, Edición Mondadori.




Las mujeres prueban la temperatura de la plancha, tocándola. Quema, pero no se queman. Respiran hondo, cuando la partera le dice "no grites tanto, no es la primera".
Aprenden a cantar llorando, a tocar con un brazo que pesa como una piedra por la enfermedad, en ciertas travesías por el desierto, en las barcazas en el mar, en las ciudades, arriba y abajo de los colectivos. Las mujeres tienen más confianza con el dolor; del cuerpo y del alma. Es un compañero de vida, es un enemigo tan familiar que casi es un amigo, es algo que está, con el que no se puede discutir. Se convive con él, es normal.
Gritar hace perder energías, quejarse no sirve. Transformarlo, por el contrario: eso es lo que sirve. 
Transformar el dolor en fuerza. Ignorarlo, domarlo, ponerlo en algún lado para que deje florecer algo. 
Es una lección antigua, una sabiduría muda y secreta: cada una lo sabe.(...)

(...) Me gustaría poder decir que si tienes que salir a las 5 por un compromiso impostergable y a las 5 menos 10 la persona con la cual compartes tu existencia te pone una cuestión importante, de la cual depende el éxito de tu día, de semanas, de la vida, esa es una prueba de fuerza, una forma sutil de violencia que se ejerce a través de la célebre cuestión: demuéstrame que es más importante para vos. Porque se sabe que el amor está antes que todo, para las mujeres seguramente es así.
Porque si tienes intereses afuera, más importante tienen que ser siempre, los intereses de adentro. Porque si un hombre puede decir, discúlpame pero tengo cosas para hacer y olvidarse del aniversario, de las compras, de la fiesta de cumpleaños del hijo/a, del pedido a domicilio, una mujer no, no lo puede hacer. O mejor: puede, pero paga un precio. Es normal, no?. Está en la naturaleza de las cosas. 
Me gustaría poder decir que violencia es llamar ocho veces durante una reunión del consejo de administración, para preguntar en que cajón se encuentra el termómetro, pero no lo puedo hacer, naturalmente. (...)