La Sociología de la Educación es una de las más jóvenes ramas del saber humano, ya que posee alrededor de sólo un siglo de existencia. Fueron Augusto Comte y Emile Durkhein los que le dieron vida como Ciencia general (Comte) y como Ciencias de la Educación (Durkhein).La epistemología de la Sociología de la Educación es enormemente rica en su marco teórico y metodológico. Entre los estudios sociales que formula figuran la Pedagogía, el Colectivo Escolar, el Colectivo Pedagógico, las relaciones sociales, la Institución Escolar, la familiam la comunidad, el desempeño de roles y los códigos de género entre otros.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Hay que impulsar el deseo de aprender

A partir de la Ley 26206 de Educación Nacional de 2006, la educación secundaria se convirtió en obligatoria. A diferencia de otros países latinoamericanos, la opción de la política educativa argentina ha vuelto obligatoria tanto la enseñanza secundaria básica como la enseñanza secundaria superior, restableciendo la unidad de la escuela media que había desestructurado junto con todo el sistema la Ley Federal de Educación de 1993.
Hay algo importante para tener en cuenta en relación a la obligatoriedad, que ejemplifica los desafíos que tenemos los docentes en nuestro paso por las aulas. El pedagogo Philippe Meirieu sostiene que la dificultad de la educación, y en nuestro caso la retención y finalización de los jóvenes en el nivel medio, es que

“la instrucción es obligatoria, pero no tenemos poder sobre la decisión de aprender. Esta no es producto de ninguna “causa” mecánica, no se deduce de ningún modo de ser hipotético, no puede pronosticarse a partir de ningún análisis a priori. La decisión de aprender cada cual la adopta solo, por razones que, sin embargo, no son propias de quien las adopta” (Meirieu, Ph. 1998)


Dussel considera que  el obstáculo  que nos complica en el cumplimiento de la meta que trata sobre la universalización del nivel, es justamente la débil capacidad de alentar la decisión de aprender por parte de los estudiantes que hoy concurren a las escuelas secundarias. Esta decisión, si bien deben tomarla los estudiantes, puede y debe ser impulsada y enriquecida por una propuesta curricular interesante y convocante, una propuesta inclusiva en sus formas y en sus modos de aproximarse a las nuevas generaciones. 

sábado, 21 de marzo de 2015

La escuela: perpetuación o cambio y resistencia?

Todas las sociedades creen que la perpetuación de sus modelos se producirá de modo natural.
Los siglos pasados siempre creyeron que el futuro se conformaría de acuerdo con sus creencias e instituciones. El Imperio Romano, tan dilatado en el tiempo, es el paradigma de esta seguridad de pervivir. Sin embargo, cayeron, como todos los imperios anteriores y posteriores, el musulmán, el bizantino, el austrohúngaro y el soviético. El siglo XX ha eliminado totalmente la predictividad del futuro como extrapolación del presente e introdujo la incertidumbre sobre nuestro futuro.
En la primera década del siglo XXI nos encontramos con paisajes sociales conocidos, que siendo percibidos como dificultosos, peligrosos y hasta indignos nos obliga a otras miradas, a la reinterpretación de significaciones que creíamos saber.
Es un relato repetido hasta el cansancio que la sociedad ha sufrido transformaciones en su propia constitución. Las estructuras han estallado, haciendo visible nuevos esquemas de organización (familia, tribus urbanas, grupos de nuevos pobres, Estado) y nuevas formas de relacionarse.
Dice García Canclini “la globalización es tanto un conjunto de procesos de homogeneización como de fraccionamiento articulado del mundo, que reordenan las diferencias y las desigualdades sin suprimirlas. O sea que estamos identificando una doble agenda de la globalización: por una parte, integra y comunica; por otra segrega y dispersa”  (1)
¿Cuál es el rol de la educación en contextos de crisis  y complejos?
“Si los límites de nuestro universo de indagación son los jóvenes de sectores populares, parece pertinente comenzar acercando una descripción sobre lo popular. ¿De qué hablamos cuando decimos sectores populares?” (2)
La noción de clases populares remite a la desigualdad en la apropiación de bienes materiales y simbólicos. Es evidente que se sigue esperando que la alfabetización y la escolarización sean capaces de coadyuvar fuertemente a la inclusión social y productiva.
“Pobres, inmigrantes, pueblos originarios, obreros, desocupados, jóvenes, mujeres, que no logran acceder o permanecer en la escuela, y suman a su exclusión social – económica, la educativa. Ellos son los marginados pedagógicos.” (3)
Es real que el docente se siente desbordado, no reconocido y muchas veces impotente. Las palabras se transforman y cobran vida como imágenes, a veces angustiosas, en cada escuela, todos los días del año. Entre lo aprendido y lo inesperado, su tarea oscila entre una teoría parecida a un cascarón vacío y un aula que se le presenta lejana a sus esquemas de comprensión y distanciada de su proyecto biográfico.
“Frente a las presiones que los educadores y las instituciones educativas enfrentan, el debate en educación tiende a replegarse ante lo urgente, por lo que el razonamiento teórico parece marginal y para algunos un saber de menor escala”. (4)
Quien no tenga claro que éste es un campo de lucha, casualmente mencionado en todos los discursos políticos, está parado en un imaginario fuera de época. Quien no se reconozca como militante, y esté dispuesto a favorecer con su trabajo el desarrollo de sujetos en crecimiento, tampoco  midió las consecuencias de abrazar una profesión que no puede diluirse en declaraciones de principios.
Fuentes:
(1)       García Canclini, Néstor,” Diferentes, desiguales y desconectados”; Edit.Gedisa, Barcelona, 2004.
(2)       Duschatzky, Silvia;” La escuela como frontera”; Edit.Paidós, Bs.As, 1999
(3)       Rodriguez, Lidia;” Saberes socialmente productivos, formación y proyecto”; Universidad Nacional  Autónoma de México; 2004.
(4)       Puiggrós, Adriana; “El lugar del saber. Conflictos y alternativas entre educación, conocimiento y política”; Edit. Galerna, Bs.As, 2003.  

viernes, 9 de enero de 2015

La sospechosa idea de neutralidad de la ciencia.

Todo conocimiento está situado y es interesado.
Ninguna teoría es absolutamente autónoma respecto a la ideología, por ello, no hay ni puede haber ciencia ideológicamente pura. De ahí que las teorías que defiendan la “neutralidad ideológica” o “valorativa”, constituyen claras expresiones de posturas sospechosas, presentadas con aura y prestigio de cientificidad y de objetividad.


La cultura androcéntrica en la cual estamos inmersas/os, determina totalmente el modo en que todo investigador/a se acerca a la realidad, así como el resultado de su investigación. Reconocer dicho sesgo ideológico nos descubre que cualquier proyecto histórico es deudor de una perspectiva en base a la cual discrimina y organiza los datos. 

No existen perspectivas completamente neutras y objetivas. Todo conocimiento está situado y es interesado. Sólo un conocimiento consciente de la filtración ideológica de todo saber, y que además opte por acercarse a la realidad desde la postura de las víctimas y de las/os perdedores de la historia, se podrá construir en un saber auténtico, que propicie relaciones de justicia, libertad y autonomía entre los géneros. No sólo en el ámbito privado, sino en el público.

sábado, 3 de enero de 2015

Los estereotipos de Género en la Educación

Más allá del capital cultural con el que cada niño y niña llega a las instituciones educativas, la cultura escolar inculca en los individuos un conjunto de categorías de pensamiento que les permite comunicarse entre ellos. Estos esquemas de pensamiento y lenguaje,  operan a diferentes niveles de conciencia, desde los más manifiestos, aprehendidos por la acción pedagógica, hasta las formas más profundas, que son actualizados en los actos de creación cultural o de decodificación.
 Dirá Pierre Bourdieu[1] que la enseñanza modifica el contenido y el espíritu del saber que transmite y constituye una cultura de clase fundada en la primacía de ciertos modos de pensar y expresarse. Bourdieu pone en evidencia la influencia de la escuela sobre la personalidad intelectual de una nación.
Los estereotipos de género pueden definirse como un conjunto de creencias compartidas socialmente acerca de las características que poseen hombres y mujeres de acuerdo a su sexo, y que suelen sostenerse en forma errónea como una tipología de todos los miembros de uno de estos grupos. El estereotipo suele estar compuesto por creencias tales como que las mujeres son emocionales, irreflexivas, sumisas, dependientes, cariñosas y sensibles a las necesidades de los demás. Por otra parte, según el estereotipo masculino, los hombres son dominantes, agresivos, competitivos, objetivos y con tendencia al liderazgo, y esta visión tampoco se corresponde necesariamente con la realidad, sino que constituye  una percepción anclada en patrones de pensamiento que han servido para regular la vida  en sociedad manteniendo el status quo y las relaciones de poder justificando conductas discriminatorias.



[1] Bourdieu, P; Chamboredon, J.C; Passeron, J.C; (1976), “El oficio de sociólogo: presupuestos epistemológicos”, Siglo XXI Editores, España, pp. 367-368.