La Sociología de la Educación es una de las más jóvenes ramas del saber humano, ya que posee alrededor de sólo un siglo de existencia. Fueron Augusto Comte y Emile Durkhein los que le dieron vida como Ciencia general (Comte) y como Ciencias de la Educación (Durkhein).La epistemología de la Sociología de la Educación es enormemente rica en su marco teórico y metodológico. Entre los estudios sociales que formula figuran la Pedagogía, el Colectivo Escolar, el Colectivo Pedagógico, las relaciones sociales, la Institución Escolar, la familiam la comunidad, el desempeño de roles y los códigos de género entre otros.

viernes, 28 de enero de 2011

ESCUCHANDO A JOSÉ PEPE MUJICA

Desde ya que su discurso no va a estar disponible en ninguno de los medios de comunicación, que tan magistralmente nos dicen qué podemos leer y qué podemos pensar. A falta de mugre para mostrarnos, penetran con el discurso, que otras veces oímos, de la baja en la edad de imputabilidad de los menores. Por supuesto que si pudieran, serían imputables desde que comienzan a caminar. Pero esto es para tratarlo en forma más detenida,  escuchando las palabras de aquellos que saben y mucho. Como dice algún graffitti en mi ciudad: ningún pibe nace chorro.
A Pepe tenemos que escucharlo, habla lento, respira fuerte, suspira y a veces levanta su vozarrón. Pasó de todo Pepe. Pero mira lejos. Sabe, como sabemos todos que falta mucho por hacer. El camino está lleno de piedras y el advierte de los peligros.¿Será que cambió de siglo aquello de "juntos o dominados"?

miércoles, 19 de enero de 2011

LA FILOSOFÍA COMO JUSTICIERA DE LA RAZÓN


La filosofía como aspiración del ser humano a la lucidez, como freno al irracionalismo de las religiones, como un conjunto de interrogantes sobre nosotros mismos y nuestra concepción del mundo, como el conjunto de interrogaciones que nos persiguen desde la Grecia clásica... En definitiva, la filosofía como "justiciera de la razón" representa el argumento principal del último libro de Víctor Gómez Pin (Barcelona, 1944), catedrático de Teoría del Conocimiento e Introducción al Pensamiento Matemático de la UAB y uno de los pensadores españoles más destacados de los últimos años. Formado básicamente en Francia, Gómez Pin obtuvo en 1989 el Premio Anagrama de ensayo por Filosofía. El saber del esclavo, y en 2006 el mismo galardón en Espasa por Entre lobos y autómatas.
Ahora acaba de publicar Filosofía. Interrogaciones que a todos conciernen (Espasa) con el declarado propósito de "reivindicar de modo militante aquella máxima de Aristóteles de que los hombres, por su propia naturaleza, tienen el deseo o aspiran a la lucidez". El catedrático no duda en señalar que Aristóteles es el pensador "más paradigmático a la hora del esfuerzo por interpretar el contexto de los seres humanos y a los propios hombres". "De hecho", explica Gómez Pin, "los grandes interrogantes que se planteaban en tiempos de Aristóteles siguen marcando el centro de la filosofía. El espacio, el tiempo, las diferencias entre animales y hombres, la condición lingüística del hombre o el vínculo entre la palabra y la música, por citar algunos puntos que son clave".
Una y otra vez a lo largo de la conversación, Gómez Pin regresa a Aristóteles y a la idea de que "el código de señales de los seres humanos sólo sirve a sí mismo, a diferencia de códigos complejos de animales, como las abejas, que responden al instinto de supervivencia". Como ilustración histórica del ansia de conocimiento que implica la filosofía, Gómez Pin cita en su libro el debate sobre la esfericidad de la Tierra.
Ferviente admirador de Galileo, el ensayista catalán subraya que demostrar la centralidad del Sol y que el planeta Tierra giraba a su alrededor "no se necesitaba en absoluto para la supervivencia". "Era sólo un problema de comprensión del mundo", añade. "Pese a la evidencia empírica que suponía la circunvalación de la Tierra por navegantes de diferentes países", comenta el catedrático en su último libro, "fue difícil superar argumentos en contra de la esfericidad que parecían del todo razonables. ¿Qué hizo que las nuevas hipótesis astronómicas fueran abriéndose camino? Pues, simplemente, que por contrarias que fueran a la intuición y a la fe, poseían gran fuerza explicativa".
Las relaciones entre la filosofía y la ciencia, que este pensador apasionado y de verbo fácil ha estudiado a fondo a lo largo de su trayectoria, llevan inevitablemente al análisis del hecho religioso. Defiende que la razón no debe arrodillarse ante nada y remarca: "La filosofía representa la asunción de que para nosotros, para bien del espíritu y para mal de la adecuación a la naturaleza, la razón va por delante". A juicio de Gómez Pin, "la religión supone una renuncia a la razón". "De todos modos", matiza, "si una creencia sólo se traduce en salvar el alma, no deja de ser una cuestión personal de conciencia. No es la más valiente, pero eso ya es un problema de cada cual".
Con muchos años de docencia a las espaldas en Francia, Italia y España, al autor de Filosofía. Interrogaciones que a todos conciernen no le gusta la palabra divulgación. "La complejidad de la filosofía hay que introducirla, pasito a pasito, y se ha de apelar a que se restaure una educación de la ciudadanía que abra los ojos de la gente. De algún modo, hay que estimular la curiosidad que tenemos desde pequeños porque hay niños con una exigencia prodigiosa de saber. En el discurso del niño cabe percibir el meollo de algunas de las interrogaciones más elementales, y a la vez más radicales, a las que se enfrenta la humanidad".
En su libro, Gómez Pin relata una anécdota muy esclarecedora sobre el ansia de conocimiento de los pequeños cuando habla de una niña parisiense que se mostró disgustada y rabiosa por la ausencia de respuesta de su madre a la pregunta de ¿por qué me persigue mi propia sombra? "Los niños", observa el filósofo, "se caracterizan por una actitud interrogativa que, a menudo, desconcierta y hasta irrita a los mayores". No vacila en absoluto cuando califica a la filosofía como "una matriz de significación para todas las disciplinas". "De hecho", agrega el catedrático, "cuando la ciencia explora su camino con rigor termina retornando, de un modo u otro, a su origen, que es la filosofía". Ahora bien, las recetas para la enseñanza de la filosofía resultan difíciles de aplicar cuando se trata de pasar de la teoría a la práctica. "La disposición filosófica debería generalizarse entre los ciudadanos como una exigencia democrática", apostilla Gómez Pin, que recuerda que otros países europeos como Alemania o Francia cuentan con una tradición cultural más rica en el campo filosófico que España. No obstante, el catedrático recuerda la tradición de médicos humanistas españoles.
Pensado el libro como un ensayo para profesionales de cualquier ámbito más que para estudiantes universitarios, algunos nombres de pensadores desfilan constantemente por sus páginas. Se trata de Aristóteles, Galileo, Descartes, Kant y Einstein. "En realidad, se podría decir que son los que más han marcado la historia de la filosofía", concluye Víctor Gómez Pin.
Fuente: El País  publicada  por Bruscci  23/05/2008



LA AVENTURA DEL CONOCIMIENTO Y EL APRENDIZAJE

Por Alejandro Dolina

La velocidad nos ayuda a apurar los tragos amargos. Pero esto no significa que siempre debamos ser veloces. En los buenos momentos de la vida, más bien conviene demorarse. Tal parece que para vivir sabiamente hay que tener más de una velocidad. Premura en lo que molesta, lentitud en lo que es placentero. Entre las cosas que parecen acelerarse figura -inexplicablemente- la adquisición de conocimientos.

En los últimos años han aparecido en nuestro medio numerosos institutos y establecimientos que enseñan cosas con toda rapidez: "....haga el bachillerato en 6 meses, vuélvase perito mercantil en 3 semanas, avívese de golpe en 5 días, alcance el doctorado en 10 minutos....."
Quizá se supriman algunos... detalles. ¿Qué detalles? Desconfío. Yo he pasado 7 años de mi vida en la escuela primaria, 5 en el colegio secundario y 4 en la universidad. Y a pesar de que he malgastado algunas horas tirando tinteros al aire, fumando en el baño o haciendo rimas chuscas.
Y no creo que ningún genio recorra en un ratito el camino que a mí me llevó decenios.

¿Por qué florecen estos apurones educativos? Quizá por el ansia de recompensa inmediata que tiene la gente. A nadie le gusta esperar. Todos quieren cosechar, aún sin haber sembrado. Es una lamentable característica que viene acompañando a los hombres desde hace milenios.
A causa de este sentimiento algunos se hacen chorros. Otros abandonan la ingeniería para levantar quiniela. Otros se resisten a leer las historietas que continúan en el próximo número. Por esta misma ansiedad es que tienen éxito las novelas cortas, los teleteatros unitarios, los copetines al paso, las "señoritas livianas", los concursos de cantores, los libros condensados, las máquinas de tejer, las licuadoras y en general, todo aquello que ahorre la espera y nos permita recibir mucho entregando poco.
Todos nosotros habremos conocido un número prodigioso de sujetos que quisieran ser ingenieros, pero no soportan las funciones trigonométricas. O que se mueren por tocar la guitarra, pero no están dispuestos a perder un segundo en el solfeo. O que le hubiera encantado leer a Dostoievsky, pero les parecen muy extensos sus libros.
Lo que en realidad quieren estos sujetos es disfrutar de los beneficios de cada una de esas actividades, sin pagar nada a cambio.

Quieren el prestigio y la guita que ganan los ingenieros, sin pasar por las fatigas del estudio. Quieren sorprender a sus amigos tocando "Desde el Alma" sin conocer la escala de si menor. Quieren darse aires de conocedores de literatura rusa sin haber abierto jamás un libro.
Tales actitudes no deben ser alentadas, me parece. Y sin embargo eso es precisamente lo que hacen los anuncios de los cursos acelerados de cualquier cosa.
Emprenda una carrera corta. Triunfe rápidamente.
Gane mucho "vento" sin esfuerzo ninguno.
No me gusta. No me gusta que se fomente el deseo de obtener mucho entregando poco. Y menos me gusta que se deje caer la idea de que el conocimiento es algo tedioso y poco deseable.
¡No señores: aprender es hermoso y lleva la vida entera!

El que verdaderamente tiene vocación de guitarrista jamás preguntará en cuanto tiempo alcanzará a acompañar la zamba de Vargas. "Nunca termina uno de aprender" reza un viejo y amable lugar común. Y es cierto, caballeros, es cierto.

Los cursos que no se dictan: Aquí conviene puntualizar algunas excepciones. No todas las disciplinas son de aprendizaje grato, y en alguna de ellas valdría la pena una aceleración. Hay cosas que deberían aprenderse en un instante. El olvido, sin ir más lejos. He conocido señores que han penado durante largos años tratando de olvidar a damas de poca monta (es un decir). Y he visto a muchos doctos varones darse a la bebida por culpa de señoritas que no valían ni el precio del primer Campari. Para esta gente sería bueno dictar cursos de olvido. "Olvide hoy, pague mañana". Así terminaríamos con tanta canalla inolvidable que anda dando vueltas por el alma de la buena gente.
Otro curso muy indicado sería el de humildad. Habitualmente se necesitan largas décadas de desengaños, frustraciones y fracasos para que un señor soberbio entienda que no es tan pícaro como él supone. Todos -el soberbio y sus víctimas- podrían ahorrarse centenares de episodios insoportables con un buen sistema de humillación instantánea.
Hay -además- cursos acelerados que tienen una efectividad probada a lo largo de los siglos. Tal es el caso de los "sistemas para enseñar lo que es bueno", "a respetar, quién es uno", etc.
Todos estos cursos comienzan con la frase "Yo te voy a enseñar" y terminan con un castañazo. Son rápidos, efectivos y terminantes.

Elogio de la ignorancia: Las carreras cortas y los cursillos que hemos venido denostando a lo largo de este opúsculo tienen su utilidad, no lo niego. Todos sabemos que hay muchos que han perdido el tren de la ilustración y no por negligencia. Todos tienen derecho a recuperar el tiempo perdido. Y la ignorancia es demasiado castigo para quienes tenían que laburar mientras uno estudiaba.
Pero los otros, los buscadores de éxito fácil y rápido, no merecen la preocupación de nadie. Todo tiene su costo y el que no quiere afrontarlo es un garronero de la vida.
De manera que aquel que no se sienta con ánimo de vivir la maravillosa aventura de aprender, es mejor que no aprenda.

Yo propongo a todos los amantes sinceros del conocimiento el establecimiento de cursos prolongadísimos, con anuncios en todos los periódicos y en las estaciones del subterráneo.

"Aprenda a tocar la flauta en 100 años".
"Aprenda a vivir durante toda la vida".
"Aprenda. No le prometemos nada, ni el éxito, ni la felicidad, ni el dinero. Ni siquiera la sabiduría. Tan solo los deliciosos sobresaltos del aprendizaje".

Fuente: http://www.compositum.com.ar/la-aventura-del-conocimiento-y-el-aprendizaje-2009-12-29.html



ARISTÓTELES: CONOCIENDO UN POQUITO MÁS







domingo, 2 de enero de 2011

UN ORIGINAL PENSADOR ARGENTINO

"Sencillez, afectos y emociones"
 
El siguiente texto fue extractado del artículo "Un original pensador argentino: Enrique E. Marí", de Roberto Bergalli, doctor en derecho especializado en criminología y sociología jurídico-penal, publicado el 2 de agosto de 2005 en Derecho Penal Online (revista electrónica de doctrina y jurisprudencia en línea). El texto completo puede ser leído en el sitio web http://www.derechopenalonline.com
"[…] De tal manera, conviene señalar que Marí fue hijo de un hogar de obreros inmigrantes que, padeciendo la crisis de 1930, tuvo que proletarizarse y así lo hizo su padre con enorme dignidad, adquiriendo los valores más preclaros de la clase trabajadora que determinaron a Enrique desde su juventud: la honestidad, la sinceridad, la generosidad y la humildad. Estos valores, junto a los de la II República española que también sus progenitores exaltaban, marcaron la vida y la obra de Marí, la cual fue la demostración de una contracción silenciosa al trabajo, serio y persistente, como cualquier obrero que lleva señalado en su frente el orgullo por el esfuerzo cumplido. No muchas veces Enrique hablaba de sus padres pero, cuando lo hacía, revelaba cómo él había quedado tocado por esta 'marca de fábrica'.
"De ese hogar y por su lugar de residencia, Marí había adquirido un sentido de arraigo al lugar en que había transcurrido su infancia y juventud. De entonces le quedaron muchos datos de identidad. El barrio de Villa Crespo, un lugar de gran tradición porteña que en los años jóvenes de Marí tuvo una fuerte presencia en el imaginario de Buenos Aires. El fútbol y el tango, dos instituciones culturales tan significativas para la ciudad fueron corporeizadas por Marí en el club del Barrio: Atlanta y en ilustres figuras de la poesía y la música ciudadana. Nunca dejó de recordar estos 'amores' de juventud.
"No relato estos aspectos por simple razón sentimental. También lo hago por que creo que todo este trasfondo de sencillez, afectos y emociones, imprimaron la personalidad de Enrique Marí sin que nada en su vida posterior alterara esta impronta, incluso en los momentos difíciles. Fue muy fiel a ese arraigo y aunque en su plena madurez siempre revelaba ser una persona apegada a gustos literarios o estéticos de fuertes contenidos, nunca ocultó aquellos 'amores' e incluso no perdía ocasión para hacerlos visibles. Demostraba poseer una fineza elevada cuando, en presencia o en reunión con algún mentecato o mentecata éste o ésta daba muestras de palmaria tilinguería o insubstancialidad, sacaba de su inconsciente alguna palabra o expresión del lenguaje porteño o lunfardo que era entendida por quien le seguía en su opinión, con la que calificaba al tonto o tonta de turno. Sus ocurrencias en este sentido solían ser de enorme imaginación. Con agudos u originales dichos demolía cualquier torpeza o estupidez sostenida por algún engreído interlocutor. Pero siempre procedía con gran recato, sin agraviar al envanecido y sólo para alegrar a quien escuchaba sus comentarios. Todo se basaba en un humor casi británico, caracterización que asimismo podía darse a su porte de gentleman . Otro recurso que usualmente empleaba con sus amigos para descalificar o calificar con quien discrepaba, eran las poesías de tango; siempre encontraba los versos más apropiados para describir situaciones, actitudes o personas. Eran permanentes sus invocaciones de Carlos Gardel, sobre todo cuando debía calificar algo o alguno como lo superior en su género o en relación a congéneres. De este modo, demostraba que los mitos populares también formaban parte de su propio imaginario, a la vez que de esta forma confirmaba su arraigo a Buenos Aires, la ciudad a la que amó y con la que se sentía comprometido. […]"

MARÍ : EL FILÓSOFO BOHEMIO




El 3 de julio se cumplieron nueve años del fallecimiento del gran pensador Enrique Eduardo Marí. Hincha de Atlanta, debido a que su familia, de origen obrero, se radicó cuando era pequeño en Villa Crespo, fue una destacada figura en el panorama de las ideas filosóficas, jurídicas y políticas argentinas. Abogado, filósofo, docente universitario, investigador del Conicet, Marí no retaceó su opinión sobre problemas nacionales desde sus artículos escritos en los diarios. También fue un activo defensor de los derechos humanos. Recordamos algunos aspectos biográficos y de su pensamiento a través de dos textos escritos in memóriam por su discípulo y amigo Claudio Martyniuk, y por el criminólogo Roberto Bergalli.
El texto que se reproduce a continuación está tomado de "Perseverancia, desvío, fidelidad. Un perfil de Enrique Marí", de Claudio Martyniuk, primer capítulo del libro Filosofía, derecho, política. Homenaje a Enrique Marí, de Roberto Bergalli y Claudio Martyniuk (compiladores), publicado por la editorial Prometeo Libros, en Buenos Aires, en el 2003. La obra reúne una serie de artículos de filósofos y juristas de universidades de la Argentina, Brasil, España y Francia.
Después de viajar a España, y mientras seguía dictando clases en sus cursos de grado en Sociología y de posgrado en Derecho, a fines de junio de 2001 Enrique Marí comienza a tener algunos padecimientos; se le detecta una enfermedad (mielodisplasia) y fallece el 3 de julio. Tenía 73 años. Encontró la muerte después de concluir su teoría de las ficciones. Nunca lo conformó el silencio como respuesta a la muerte: escribió acerca del silencio que rodeó el caso Althusser (en el número 2 de la revista Icaria, de 1981); no se conformó con el "Duro, muy duro" de Derrida, y analizó el sentido del silencio de los filósofos, inscripto en una gramática escéptica, y citó a Raúl González Tuñón: "...Y sólo el viento respondió/ con su eterno arrastrar de papeles inútiles/ que arrojan al alba los filósofos". Pero no confió tan sólo en el viento. Sobre la muerte escribió más adelante: "Aunque la muerte es el más poderoso agente del olvido, éste no es omnipotente, porque desde siempre contra el olvido -en nuestro caso- de los desaparecidos, de los niños robados, los hombres han levantado las murallas del recuerdo, de modo tal que las huellas que permiten seguir su memoria conforman los signos más seguros de la existencia de una cultura humana".
Las huellas que permiten que Marí siga en nuestra memoria guardan relación con sus caminos de pensamiento de tan diversos carriles, pero no sólo con ellos: también en nuestro recuerdo se halla su mirada transparente, su sonrisa comprensiva, su palabra siempre estimulante. ¿En nuestra memoria?, si por momentos está tan cerca nuestro... Y es que la memoria, como lo advirtió Mishima, es un espejo de fantasmas, muestra a veces unos objetos demasiado lejanos para ser vistos, y otras veces los hace aparecer demasiado próximos. Repasemos, entonces, algunas huellas de su origen, sus oficios, sus obras.
Sus padres, cuando superan los cuarenta años, conciben mellizos que nacen el 24 de julio de 1927, en Pigüé; uno de ellos, por supuesto, fue Enrique Eduardo Marí. Ya a sus cuatro años toda su familia se radica en la ciudad de Buenos Aires. Su padre trabaja de obrero de la construcción y, por la noche, como sereno en el Banco de Boston. La infancia de Enrique transcurrió en Villa Crespo, en Thames y Corrientes, en el barrio de Leopoldo Marechal, Celedonio Flores y Osvaldo Pugliese. Marí escribió sobre aquellos tiempos: "Cuando nos mudamos a la calle Thames, el arroyo se estaba entubando y convirtiendo en la avenida Juan B. Justo. Mi padre, quebrado en la crisis del 30, colocaba azulejos en las obras. Recibía como diarios La Obra y La Protesta. Mi madre me preparaba un enorme sándwich de tortilla en un gran pan francés. Al igual que Alcibíades y Carlos Gardel, tenía dificultades para pronunciar una letra, pero cuando los domingos nos dirigíamos con mi hermano a la canchita de la calle Humboldt, nada más tierno que su voz cuando nos preguntaba, '¿Os vais a ver a A(t)lanta?'".
Abogado en 1955, pero ya desde 1951, y hasta su jubilación en 1987, va a trabajar en el Banco Central, donde alcanzaría el cargo de gerente de Asuntos Jurídicos. En mayo de 1973, en la revista Nueva Ciencia aparece uno de sus primeros trabajos: "¿Computadoras jurídicas o jibarismo social?", en el cual discutía con Roberto Vernengo, uno de sus profesores en los cursos de doctorado de la Facultad de Derecho, analizando, desde la epistemología, los límites de la formalización de las normas jurídicas. Para su presentación en aquella revista, declaró Enrique: "Como no he encontrado en el ejercicio de mi profesión razonamientos lógicos ni menos aún verificaciones empíricas del Derecho, me hallo en tren -bajo sugerencia de Hume- de arrojar sin conmiseración mi diploma a la hoguera, por no contener otra cosa que sofística e ilusión".
Licenciado en filosofía, su tesis, Neopositivismo e ideología, la publica Eudeba en 1974 ("Para Cuca, Gonzalo y Silvina. En memoria de un obrero inmigrante, mi padre"). Su formación de entonces se enriqueció de las enseñanzas de Raúl Sciarreta. Integraba la cátedra de Jorge Lucio Rébori de Filosofía del Derecho (Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, UBA). Bajo la última dictadura militar desaparece Rébori. Marí, su esposa y sus dos hijos adolescentes, apenas iniciado el año 1977, parten a Alemania gracias a una rápida y eficaz gestión de Harald Weinrich, quien lo conoció a Marí durante su viaje a la Buenos Aires de plomo del 76. Como profesor invitado, pasa todo el año en la Universidad de Bielefeld, donde comienza una vinculación intelectual y amistosa con ese filósofo alemán y con Reinhart Kosellek.
Ese mismo año asiste al Congreso "Ludwig Wittgenstein", en Austria. En 1979 volverá a Bielefeld; en 1985 pasará otro año en Europa: la Universidad de Saarbrücken será su centro de actividades, y también dictará conferencias en Bruselas y París; en 1988, nuevamente retorna a Bielefeld; y en 1991 visita a Ulises Moulines en la Universidad Libre de Berlín, y dicta conferencias en la Universidad de Kiel y en la Universidad Tecnológica de Atenas.
Profesor universitario por vocación y por convicción; profesor a pesar del amiguismo y la arbitrariedad, los salarios de miseria y el desaliento institucional. Relegado en un concurso hegemonizado por filósofos positivistas, es designado profesor asociado de Filosofía de Derecho (Facultad de Derecho, UBA), en 1986. Su participación en los seminarios de Teoría Crítica del Derecho, en 1985 y 86, junto a Ricardo Entelman, Carlos Cárcova, Alicia Ruiz, Enrique Kosicky y E. Zuleta Puceiro, su seminario de 1987 sobre Kelsen, Marx y Freud, permitieron que un grupo generacional diferente, que padeció los efectos de la pisoteada universidad de la dictadura militar, hallara en Marí a un maestro. Recién en 1992 accede a la titularidad de la cátedra, pero luego de impugnar un dictamen adverso que afirmaba que su obra no ingresaba dentro del amplio espectro de la filosofía del derecho. Años antes, al ser regularizada la cátedra de Epistemología de las Ciencias Sociales que interinamente ocupaba en Sociología (UBA) desde 1987, obtiene un dictamen apenas positivo. Profesor, entonces, aunque debió atravesar las aguas del desprecio y la marginación, aunque debió batallar. Docente y , además, investigador: en 1989 es designado por el Conicet investigador principal; la UBA también apoyará sus investigaciones. (Recordemos que, como dedicatoria de El banquete de Platón, escribió: "A la Universidad de Buenos Aires que, con su enseñanza democrática, laica y gratuita, posibilitó el ambiente académico deseable para mi actividad de docente e investigador".)
Comprometido, concibió a la filosofía como intervención teórica en la política. Desde ese lugar criticó por errado el camino que opone ciencia a cultura, ciencia a valores, ciencia a justicia, y formuló la necesidad de recuperar la noción de progreso sin caer en esencialismos, insertándola, pensaba Enrique, en la realidad social y oponiendo a esa realidad social lo único que se le puede oponer, que es la transformación de la sociedad. "La única solución es la transformación, el posterior nacimiento del discurso del progreso sobre la base de una transformación social de las formas de producción, distribución y consumo de la ciencia y de la sociedad", opinó en noviembre de 1986, en el Congreso Nacional de Filosofía y Ciencias Sociales, que se concretó en la Comuna de Puerto General San Martín.

EN QUE PIENSAN LOS FILÓSOFOS ARGENTINOS



Los derechos sexuales de la mujer, los cambios tecnológicos, la identidad genética son algunos de los temas
  Y todos coinciden: la filosofía ayuda a cambiar la vida



¿Se puede hacer sufrir a un animal si con eso se desarrolla una vacuna que puede salvar millones de vidas? ¿Los derechos sexuales son parte de lo que le corresponde a un ciudadano? ¿La técnica condiciona cambios en las mentalidades o son determinadas creencias las que hacen necesario que haya un cierto cambio tecnológico y no otro? ¿Hay opciones a los modelos políticos y económicos actuales o ya está todo dicho?

Si alguien creyó que un filósofo tenía que ser obligatoriamente griego o alemán y dedicarse a temas remotos, se equivoca... un poco. Estas preguntas, que miran el árbol pero lo ven desde el bosque, son algunas de las muchas que están tratando de responder los pensadores argentinos de principios del siglo XXI.

Integrantes de distintas corrientes, dentro o fuera de la universidad, los filósofos entrevistados por Clarín coincidieron en que la filosofía ayuda a cambiar la vida. Unas veces, directamente. Otras, porque va generando conceptos que son necesarios para que, por ejemplo, avance la ciencia. Y eso puede llegar lejos si se cree, como Gregorio Klimovsky, que si se desarrolla la ciencia básica, a ella le sigue la ciencia aplicada, eso da lugar a la tecnología y de su mano llegan el desarrollo económico y el bienestar social.

"Filósofo —explica Enrique Marí— es quien elabora un sistema de ideas. A través de los años, la filosofía se fue contaminando de otros pensamientos, como la sociología, la política y la ética. Para algunos, la filosofía tendría que quedar ligada a la física matemática, trabajar con enunciados que se puedan verificar. ¿Y cómo puedo saber qué es el bien, qué es la felicidad? Eso quedaría fuera de la ciencia".

Claro que los filósofos están en el mundo. Y en el mundo pasaron cosas: "Acontecimientos como Hiroshima —dice Marí— cambiaron las cosas: hubo que pensar la ética, incluso la ética de la ciencia".

Por ese camino, gente como Florencia Luna se dedicó a la bioética: "En este momento —dice— estoy trabajando en ''ética e investigación''. Las investigaciones están globalizadas: se planifican por ejemplo en Yale, Estados Unidos, y se hacen en Uganda o en la Puna. Se usan placebos, en algunos casos. La investigación avanza pero hay alguien que puede morir por tomar un placebo en lugar de un medicamento. ¿Es correcto que sea así? Hay temas de bioética en la reproducción asistida, por ejemplo. Uno es si se debe mantener siempre el secreto en la donación de óvulos y espermatozoides. Está el derecho del chico a conocer su identidad genética, que es importante para su salud. Y el derecho al anonimato del donante".

Héctor Schmucler cree que el gran tema de la bioética es la manipulación genética: "Hoy tenemos la pretensión de hacer un mundo de seres fabricados. Pero un rasgo de lo humano es la imprevisibilidad, que es la base de la fantasía y de la libertad. Sin esto no hay seres humanos".

"Hay gente —dice Klimovsky— que es partidaria de la eugenesia. ¿Se debe permitir que nazca gente con deformaciones? Me interesa la filosofía de la ciencia y eso significa pensar por qué hay que confiar en la ciencia, cómo se reconoce que una teoría es buena, cómo se produce conocimiento. La filosofía no puede prescindir de la lingüística. El pensamiento tiene que ver con el lenguaje".

Klimovsky cree que, para hacer ciencia teórica, es indiferente vivir en San Francisco, en Otawa, en Tokio, en La Paz o en cualquier parte: "Es universal", asegura. No todos están de acuerdo con esto. Christian Ferrer, por ejemplo, dice que "no se puede hacer tratados filosóficos desde los países periféricos. Por eso, apareció en lugares como Argentina el ensayismo. Sarmiento, Alberdi, Ezequiel Martínez Estrada están en esta línea. A mí, que me interesa el ensayo, me parece que hoy un tema es la técnica. Quiero decir: qué relaciones establece la técnica con la ciudad, con el trabajo. En Argentina, las innovaciones tecnológicas entran con una mezcla de agresión y snobismo, y un ejemplo es la idea de tener Internet en todas las escuelas. Pienso en Internet como voluntad de poder, pero entre nosotros parece que pensar Internet con sentido crítico puede llegar a convertirte en un enemigo del pueblo".

Héctor Schmucler también trabaja sobre la tecnología, vinculada al tema de la memoria. "La memoria —dice— es uno de los rasgos de la naturaleza humana. No se trata sólo de lo que se rememora: hay un orden de valores que hace que uno rescate unos hechos y no otros. Memoria es aquello que la voluntad decide no olvidar. Por otra parte, pienso en la técnica pero no como instrumento sino en la idea que está antes del instrumento. Hay quien cree que la técnica avanza sola y condiciona otros cambios. Pero, por ejemplo, si no hubiera una idea de la producción, de reproducir rápidamente el dinero, la velocidad pierde sentido. Entonces, tenemos una tendencia contemporánea al olvido: la memoria no tiene cabida cuando hay un frenesí de la novedad. La novedad, para instalarse, necesita el olvido. Pensamos el mundo como instrumento, como algo que hay que aprovechar. Por eso ahora todos son recursos: la gente, recursos humanos; los bosques, recursos naturales. Para esto, la memoria tiene que desaparecer".

Desde distintos campos, dentro de la filosofía, hay pensadoras trabajando temas de género. "Por ejemplo —dice Diana Maffia— en filosofía política, hay que ver cuáles son los atributos de un ciudadano. Si los derechos sexuales lo son, harán falta políticas activas de parte del Estado, teniendo en cuenta que parte de los ciudadanos son mujeres. Estamos de acuerdo en el ejercicio de la autonomía. Pero hay que pensar que varones y mujeres pueden necesitar cosas diferentes para ejercer su autonomía. Los varones, que el Estado no intervenga. Las mujeres, que sí, que tenga una política activa de anticoncepción".

Por su parte, Maffia trabaja ahora sobre las metáforas sexuales en la ciencia: "Hay un ejemplo de explicación de la fecundación, en la que los espermatozoides son un ejército aguerrido y el óvulo no hace nada. Así, parece que la fecundación es una transacción entre espermatozoides. Esto no es neutral: usar un lenguaje épico hace que se trasladen cuestiones sociales a la biología. Eso puede dificultar la comprensión de algunas cosas y en este caso, eso pasaba: no se entendía por qué un espermatozoide entraba y otro no. Hasta que una bióloga sugirió: ''¿No será que el óvulo hace algo?''. Se descubrió que sí".

Aunque, como se ve, los filósofos pueden trabajar sobre temas que son de absoluta actualidad, la filosofía nunca ha pretendido tener una utilidad aquí y ahora. Son muchos los que le discutirían a Raúl González Tuñón eso de que "con la filosofía poco se goza". Alberto Moretti, director del Departamento de Filosofía de la UBA, dice que "la influencia de la filosofía no es directa sino que se va macerando en largos años y con el trabajo de mucha gente. Hay trabajos, como los de ética o la filosofía política, que parecen más cercanos al interés de la comunidad. Otros que parecen más lejanos, pero no se sabe, a la larga, qué trabajo va a ser importante y va a resultar un aporte significativo".

Pensar de otra manera, pensar que no es obvio lo que parece obvio es tarea de filósofos. "Hay una masa de pensadores que vienen de la economía —dice Marí— que tratan de persuadirnos de que no hay alternativas. Como intelectual, trato de crear ideas opuestas, para escaparle al pensamiento único. Si ellos tratan de presentar como naturales ideas que son sociales, yo quiero mostrar la trampa, la extorsión a que nos vemos sometidos. Pienso para crear un sentido común opositor".

Fuente: Diario Clarín, 24.04.2001

Nota: El Filósofo Enrique Marí falleció el 03/07/2001.
Fue abogado, docente de Derecho y Ciencias Sociales e Investigador del Conicet.
Era un defensor de los derechos humanos.
Difundió a grandes intelectuales franceses, como Foucault y Althusser, en los años de la dictadura.
Era profesor consulto en las facultades de Derecho y Ciencias Sociales, en las cátedras de Filosofía del Derecho y de Epistemología de las Ciencias Sociales.
También enseñó en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo.